NOVÍSIMO ACORDEÓN

Juan Carlos Guerra

Euskal-Erria, 1889

        De la iglesia se dirigen los romeros a la casa cural a encargar misas y dejar limosnas: unas fruto espontáneo de la devocion; otras cumplimiento de promesas que hicieran en algun apurado trace, pues sabido es que, abogado de enfermos y menesterosos, y confidente en los más íntimos azares de la vida, es el humilde Antonio uno de los Santos de la corte celestial cuya proteccion se invoca con más confianza acá en la tierra. Estos rendimientos son grandes, según algunos datos que podíamos apuntar si no temiéramos profanar con el prosaísmo de los números materia tan levantada. Bástenos repetir que, según frase proverbial, San Antonio de Urquiola es "el mayorazgo más rico de Bizcaya".

        Veamos ahora lo que ocurre fuera del santuario. Aquel gran campamento que antes contemplamos a distancia, ha llegado a los momentos de mayor animación y movimiento. Alrededor de la ermita ocupan primer lugar las tiendas de aperos de labranza, entre las cuales se encuentra alguna modesta quincalla de artículos de a real la pieza; sobresalen entre estos últimos los cronos son efigies de santos, únicos que tienen aceptación en este público, a diferencia de otros que con tanto éxito se expenden en las capitales y que aquí felizmente orillas por su ausencia. En segundo término está libre el espacio para los amantes de Terpsícore, resonando si cesar los más variados instrumentos, desde el chistu de antiguo abolengo basco has la guitarra de moruna cepa y desde el histórico tambor al novísimo acordeón.